Resumen
La filosofía sin dudas es una actividad; pero una actividad intelectual que, aunque pueda iluminar e incluso incidir en otros aspectos de la vida humana para su transformación, solo es posible si hay una teoría que la dinamice y la lleve a praxis. Sin embargo la filosofía es práctica en cuanto que es un hacer, más que un hecho, como bien ya señalaban los griegos, no estamos frente a un saber efectivo y realizado (sophía), sino frente a un saber en permanente indagación y cuestionamiento (philo-sophía). En consecuencia la filosofía no es un sistema perfectamente acabado y cerrado sobre sí, sino más bien como una apertura interrogativa constante en creciente realización. Lo que nos proponemos en el acto de educar, es promover el desarrollo de aptitudes y cualidades que sean fructíferos tanto para el educador, como para el sujeto a quien educamos. Dichas aptitudes y cualidades tienen un valor intrínseco. Así la educación es un proceso tendiente a realizar en el sujeto educable la libertad del espíritu, capacidad de pensar y querer como un ser consciente y dueño de sí mismo. Desde este ángulo se intentará formar profesionales capaces de transformar la sociedad desde el rol que le compete, es decir, formador de conciencias pensantes. Esta instancia de pensar, su estar siendo en el mundo y en su profesión, ha de intentar generar una actitud crítica, creativa y ética. Por tal motivo ese ejercicio de pensar (filosofar), le posibilitará herramientas para generar transformaciones en lo individual y colectivo.
Referencias
Cerletti, A. (2008). La enseñanza de la filosofía como problema filosófico. Buenos Aires: Libros del Zorzal.
García Hoz, V. (1973). Principios de pedagogía sistemática. Madrid: Rialp.
Kierkegaard, S. (2004). Migajas filosóficas o un poco de filosofía. Madrid. Trotta.
Kohan, W. (2007). Infancia, política y pensamiento. Buenos Aires: Del Estante Editorial.
Nasimbera, R. (2014). Aforismos. Escritos (en Prensa).